Algo
tienen las ventanas de los autobuses. ¿Son tal vez una especie de portal o acaso un aleph cotidiano?
¿Quién no
ha sentido la ‘’casi anestesia’’ mientras observa por la ventana de un autobús, un paisaje que nos transporta hacia las profundidades del ser...? es ahí
cuando se empieza a nadar en las aguas no salobres de nuestra mente! cuya fauna
y flora son recuerdos, reflexiones, pensamientos, canciones, desamores, zemerucos y un
largo etc..
La penúltima
vez que estuve transportado en la ventana de una de esas amplias unidades de
trasporte (bienaventurados los que redundan), había escuchado previamente la
palabra ‘’ñame’’, la cual se refiere a un nutritivo tubérculo afro-caribeño de tamaño
respetable. Bien, debido a que el ñame por sí solo no es muy divertido, supongo
que mi subconsciente, siempre consciente de mis preferencias insólitas, le
coloco el adjetivo de salvaje.
Seguramente esta asociación de términos se debe a tanta propaganda sobre ‘’Medicina
sistémica’’ o a los temas de historia indígena en la primaria, donde oí hablar
de las propiedades del ya mencionado, o simplemente porque su nombre completo es ese y ya.
La
criatura que había creado mi cerebro, era un tubérculo iracundo, peludo y
terroso. La siguiente visión fue la de una horda de ñames salvajes, furiosos y sin escrúpulos, que se abalanzaban a
gran velocidad sobre los cráneos de facultados en la medicina sistémica y asolaban
comunidades indígenas enteras! Posteriormente me transforme en pelicano, como
es natural, para obtener una panorámica de los eventos que presenciaba y así
ser un testigo ocular insigne. Mientras
sobrevolaba la escena, contemplaba como los furicos ñames invadían la ciudad, impactaban
en las nucas de los pasivos comensales vegetarianos, se introducían bruscamente
por entre los anos de las quinceañeras, escribían manifiestos donde resaltaban
su aberración hacia el cubismo, fornicaban a las peras y manzanas, saturaban
los mercados y vociferaban su dominio. Volví en mi cuando sentí a la altura del
costado un objeto solido. Era una pistola que apuntaba justo a mi hígado graso,
el portador, un boleta formidable de los suburbios que exigía mis pertenencias.
‘’Querida imaginación ,
lo que amo sobre todo en ti es que no perdonas..’’ André Bretón.